Rolando, empleado bancario, conoció a Leticia en un baile en Sunchales. Se casaron en 1957 y vivieron dos años en Santa Fe. Cuando su hija Analía tenía 9 meses se mudaron a Sunchales.

En 1960 abrieron el Bar Central en la avenida principal del pueblo. En el mismo lugar tenían su casa. «Mi papá siguió trabajando en el banco hasta que se jubiló. Viajaba a Santa Fe y volvía algunos días a Sunchales. Mientras tanto mi mamá atendía el bar».

En sus 14 años de vida, en el bar se organizaron espectáculos musicales con destacados artistas del folclore nacional. También hubo cine al aire libre, una novedad para la época. “A papá le gustaba hacer cosas diferentes, era muy emprendedor e innovador”. Además ofrecieron servicio gastronómico en eventos sociales: «Llegaron a tener hasta tres eventos por noche. En una fiesta mi papá tuvo un preinfarto. Ese fue uno de los motivos por los que decidieron vender el bar».

En 1976 compraron una casa con la idea de concretar otro proyecto: «Mi papá siempre quiso tener un residencial y tenían esta casa en mente». Los primeros clientes del Residencial Americano fueron viajantes y empleados de SanCor. «Mi papá se levantaba temprano y esperaba a los viajantes con el café o el mate. Siempre lo concibieron como algo familiar».

En 1997 falleció Rolando. Leticia, con 70 años, estaba cansada de la exigencia diaria del negocio. «Ahí se planteó el futuro del residencial. Siguiendo un fuerte mandato familiar, con mucho dolor dejé mi trabajo de maestra jardinera y me hice cargo del negocio».

En 2016 falleció Leticia. Analía, la única heredera, sigue al frente del residencial y es protagonista, testigo y guardiana de una rica historia familiar. “El mérito fue de ellos, por iniciar los negocios con mucha visión. Fue una vida de mucho sacrificio, pero hicieron lo que les gustaba. Creo que el destino me fue preparando para este trabajo. Yo traté de sostenerlo y cuidar lo que ellos me legaron. Cuidar esta herencia, que es más sentimental que económica”.