Mabel y Francisco Pronotti

Ambos nacieron en 1943, ella en Suardi y él en Brinkmann. Se conocieron en Sunchales en 1970 en un baile de carnavales del Club Libertad y a los pocos meses se casaron.

Mabel trabajó como modista desde los 13 hasta los 27 años, cuando se casó. Francisco trabajó en SanCor durante 30 años, además fue mecánico y chofer de una casa de sepelios hasta que se jubiló.

Sus dos primeros hijos enfermaron de neumonía y fueron internados junto con Mabel en Rafaela. Francisco viajaba todos los días a visitarlos: “De paso hacia la clínica compraba grisines y masitas sueltas en un negocio. La última noche, cuando ya nos volvíamos con toda la familia, le pregunté al dueño qué había que hacer para abrir un negocio así, me interesaba hacer lo mismo en Sunchales”.

Así nació en 1985 «La casa de las galletitas», el primer negocio de la ciudad dedicado a la venta de masitas sueltas. El éxito fue instantáneo y las satisfacciones llegaron pronto. Además de la fiel clientela local, venía gente de toda la zona buscando sus productos.

Mabel y sus empleadas atendían a clientes y viajantes, mientras Francisco vendía y repartía las masitas a bordo del Citroën. El negocio creció, tuvo tres sucursales y llegó a ser emblemático. Sus ingresos fueron vitales para sostener la economía familiar en los momentos más difíciles.

Luego de 25 años de fecunda labor, el ciclo de «La casa de las galletitas» se había cumplido. El desgaste físico de Mabel y Francisco y un nuevo emprendimiento familiar provocaron el cierre del negocio. La casa se volvió a adaptar para cumplir con sus nuevas funciones.

Al final de la charla, Mabel se expresa con una convicción adquirida a través del tiempo y la experiencia: “Yo ahora lo pondría volando al negocio de nuevo. Porque yo era amiga de los viajantes, me cebaban mate, eran parte de la familia, igual que los clientes. Yo no le tengo miedo al fracaso, me pongo a coser o abro La casa de las galletitas. Si te ponés a trabajar no te puede ir mal”.


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