Angel Longoni nació en 1914 en Sarmiento y conoció a Ema Rossa en Humberto 1°. Se casaron y en 1948 se mudaron a Sunchales con su hija Celestina. La familia se amplió con dos hijos más: Miguel y Carlos.
Se hicieron cargo de un bar ubicado en la esquina de Juan B. Justo y Av. Sarmiento. «Fue el primer bar de Sunchales que estuvo abierto las 24 horas. Lo atendía toda la familia y mis padres dormían por turnos para mantenerlo siempre abierto».
Bautizado popularmente como «El bar de Angelito», se amplió su local y su oferta gastronómica. Se hacían eventos donde se servían ravioles caseros y a la tardecita las familias comían picadas de chorizo, queso y pan. También se organizaban torneos de truco.
En cuanto a las bebidas, cada época tuvo sus costumbres: «Los abuelos tomaban caña o grapa. Hubo furor por una bebida llamada Suissé. También había Hesperidina y Ferroquina».
Angel preparaba los tragos y atendía el salón: «Tenía una muletilla, decía: «Y bueno, ¿qué querés que te cobre?». Era una gran persona, muy afable. Siempre contaba anécdotas y chistes. Era el psicólogo de mucha gente: se sentaba, escuchaba y daba consejos».
En 1957 trasladaron la casa y el bar a calle Pellegrini, frente a plaza Libertad. «Mi mamá era una eximia cocinera. Eran famosas sus milanesas con huevo frito. También hacía pollo al horno y flan casero. Además atendía la casa y los hijos, no se quedaba quieta, era un torbellino».
En 1985 falleció Angel y Ema decidió cerrar el bar. «Fue muy sentida su muerte. Hay mucha gente que todavía lo recuerda, por su buen humor y su hombría de bien». Ema falleció el 24 de diciembre de 2009 a los 91 años.
Tina se siente feliz y honrada por ser parte de esta familia: «Siento mucho orgullo por lo vivido y recibido. La generosidad fue un gran rasgo, junto con el amor a la vida. Fue gente de trabajo. Gente con los pies en la tierra, pero que también enseñó a volar y dio permiso para que otros vuelen. Si ellos no lo pudieron hacer, se plasmó en la concreción de otros».
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