José Lombardo llegó a la Argentina desde Italia a fines de 1800. Se radicó en Sunchales y trabajó como zapatero remendón.
Incorporó una agencia de lotería y tuvo la suerte de quedarse con un billete premiado. Con el dinero compró el edificio de la esquina de Av. Independencia y Mitre. «Esto era una fonda. En la esquina estaba el comedor y abajo había un sótano”.
José hizo refacciones en el edificio y en 1935 nació Casa Lombardo. «Allí mi abuelo empieza con el negocio de ramos generales: zapatería, ropería, sombrerería, tabaquería, lotería y librería».
En 1957 falleció José y su yerno Elio «Pipa» Bonaudi, que era jefe de máquinas en la usina, renunció a un traslado a Mar del Plata y se hizo cargo del negocio. Elio estaba casado con Glady y su hijo Edgardo tenía 9 meses.
Pipa agregó nuevos rubros a Casa Bonaudi: «Incorpora juguetería, zapatillería, perfumería, artículos de caza y pesca, productos para zapateros. Además vendía y reparaba pelotas de fútbol. El negocio se fue adaptando a las necesidades del mercado.»
El popular alias “Pipa” surgió en la Escuela Savio, donde Elio hizo la primaria: «Lo hacían pasar a leer y siempre leía lo mismo: «P-i-p-a Pipa». Ahí le quedó el apodo».
En 1995 la realidad imponía cambios y Pipa dejó el negocio para dar lugar a la nueva generación y a otra forma de trabajar: su hijo Edgardo y su esposa Griselda iniciaron una nueva etapa en La Esquina de Pipa. «Mi papá estuvo más de 50 años al frente del negocio. No fue fácil porque le gustaba, era su cable a tierra. Le costó pero lo entendió. Tuvo tiempo para descansar y disfrutar de otras cosas».
En 2013 falleció Glady y en 2014, a los 90 años, falleció Pipa. “Él no soportó la muerte de mi mamá”.
En la histórica esquina vive su esencia y su recuerdo. «Mi papá siempre hacía chistes. Nunca estaba enojado, tenía un carácter especial. Vivió su vida como quiso y la disfrutó hasta el último momento. Me enseñó que el trabajo dignifica. Siempre lo recordamos como Pipa. Porque en Sunchales Pipa fue Pipa.
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