Nace en Devoto en 1947, pasa su infancia y juventud en Bauer y Sigel y luego se muda con su esposo y sus dos hijos a Sunchales.

Trabaja como empleada doméstica en diferentes lugares y comienza sus estudios secundarios en el bachillerato para adultos, después de doce años de haber terminado la primaria.

Con el secundario completo decide estudiar para ser maestra. Como docente tiene sus primeras experiencias en el pueblo de Las Palmeras y en la Escuela El Fortín, de Sunchales.

Después el tiempo la deposita en las aulas de la Escuela Savio, un establecimiento que marcó fuertemente su vida y que esta semana cumplió 102 años de existencia.

Allí ingresa como maestra de lengua y luego de siete años pasa a ser vicedirectora, cargo que desarrolla durante cinco años para después desembarcar en la recién nacida Escuela N° 1213 con el cargo de directora.

Aquí, con mucho por hacer, Griselda enfrenta sus mayores desafíos, acompañada por docentes, personal de secretaria, asistentes escolares, cooperadores y club de madres.

En trece años de trabajo, cada uno desde su rol aporta la cuota necesaria para crear bases sólidas y darle identidad a la escuela, a través de proyectos que impactan directamente sobre la vida y el futuro de quienes son parte de ella.

Es jefa de supervisoras durante cuatro años y después regresa a la Escuela Savio, esta vez como directora. Allí se jubila luego de dos años. En el día del maestro del año 2012, Griselda ya se ha despedido de docentes y alumnos y vuelve a su casa caminando.

Ha dejado la escuela pero sigue muy activa: con tres hijos y nueve nietos ocupa su tiempo dando clases particulares, escribiendo y formando parte de instituciones locales.

Con un caudal inagotable de historias que dan testimonio de todo lo hecho y vivido, Griselda es un ejemplo inspirador para quienes tengan deseos verdaderos de educar y de dedicar su tiempo para transformar la realidad y construir un mundo mejor, basado en el trabajo, el compromiso, el respeto y la pasión por lo que se hace.