Nacido en La Rubia en 1948, inició su romance con el cuero siendo zapatero hace más de 50 años. Luego abrazó para siempre el oficio de talabartero, al cual hoy le dedica en exclusiva sus horas en el taller.

Ama su trabajo y los caballos, y su naturaleza parece expresar que él nació para hacer esto: su labor fluye casi espontáneamente, sus manos manipulan el cuero y las herramientas con serenidad y precisión. Se ve y se percibe el goce por lo que hace, tiene la sonrisa grabada en su rostro.

Sus primeros trabajos como talabartero en cuero crudo fueron para las volantas que se usaban en el campo, después se sumaron más piezas y elementos para los caballos y los jinetes: cabezadas y riendas, bozales, monturas, rebenques, chaparreras, guardamontes, bastos, encimeras y cinchas.

Desde varias provincias acuden para solicitarle sus productos, algunos se usan para trabajar, otros para la decoración de caballos en concursos de emprendados, donde ya ha ganado varios premios importantes.

Tranquilo, afable y siempre dispuesto a conversar y compartir sus conocimientos, Héctor también disfruta produciendo artículos de marroquinería en cuero suela y vegetal: cintos, bolsos, carteras, porta termos, entre otros.

La responsabilidad, seriedad, calidad y compromiso con su oficio y clientes, y la sencillez de su persona, son un sello de identidad que le han dado permanencia, aprecio y prestigio, y que se impregnan en cada una de sus creaciones.


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