«Nací el 21 de abril de 1937, en el campo, a 2 kilómetros de Sunchales. No tenía nada, era pobre. Venía a pie al colegio de las monjas, mañana y tarde. Terminé la escuela primaria y me puse a trabajar. Fui sirvienta, hice calzoncillos. De cualquier cosa vivía, lo que me daban tomaba.
Mi hermano mayor, Hilario, y un Anacabe empezaron con la propaladora. Un día me la ofrecieron y así empecé, tenía 18 años. Le puse el nombre Júpiter. Hacía propagandas de negocios, de la Select Tienda, Raviolo, el Ronda, por ejemplo.
No había electricidad en esa época, usaba una batería. Al principio estuve en la plaza, después en la planta alta del Cine Avenida, luego frente al Colegio San José. Pero en todas partes molestaba, se quejaban por el ruido. Así que terminé colocándola en mi casa.
También hice propaganda por las calles, en auto. Me llevaba un tal Pussetto. El parlante estaba arriba del techo y yo iba hablando, improvisando. La gente me miraba y decía cosas, porque en aquel tiempo no estaba bien visto que una mujer haga eso.
Con la propaladora además puse música y animé muchos bailes en el barrio 9 de Julio, y en otros barrios también, donde me llamaban iba. Llevaba mis discos y la gente bailaba hasta las 2 o 3 de la mañana. Llegaba agotada a mi casa, pero fueron lindos tiempos.
En la casa de mis padres, sobre calle Bolívar, recibía el diario El Litoral y tenía un servicio de encomiendas. Vendía 150 diarios por día y hacía la cobranza a pie, de 8 a 10 de la mañana, después empezaba con la propaladora, hasta el mediodía y seguía por la tarde. Al mismo tiempo hacía las tareas de la casa.
Un buen día se presentó Hugo en el negocio para traer un pedido. Vino varias veces, nos hicimos amigos y nos casamos dos años después, en 1974. Ahí dejé la propaladora, vendí todo.
La extraño, pero ya no podía más hacerlo, tuve que decirle basta. Me costó mucho trabajo pero lo hice con gusto.
Tengo gratos recuerdos del pasado. Todo lo que hacía me gustaba, porque lo hacía con voluntad. Cuando uno hace las cosas con voluntad siempre espera que salga bien. No tengo estudios, pero todo lo que sabía lo ponía en el trabajo. Y así pasó mi vida, pobre pero honesta».
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